Quiero comenzar con la diversidad familiar existente y las diferentes formas de convivencia, desde la familia nuclear entendida en este caso como miembros que viven bajo un mismo techo y que le unen lazos biológicos o legales y afectivos, pasando por familias esambladas donde se ha formado una nueva familia en el que uno o ambos miembros de la pareja, aporta hijxs de relaciones anteriores, hasta la denominada familia de cohabitación donde no hay contrato legal que justifique su unión, sin olvidar mencionar al hogar unipersonal, entre otros tipos.
Hablar también de las “etiquetas” (Jiménez Frías y Aguado Odina, 2002) que otorgan parte de la sociedad a esta tipología diferente de familia que a veces ha sido vista o todavía es vista, como una amenaza a la supervivencia de familia tradicional siendo ésta la mejor forma de perpetuar los valores y reglas que ellos consideran como los válidos y únicos para el buen desarrollo de la sociedad, sin ser conscientes de los sentimientos que pueden ser generados a estas nuevas familias con un trato que incluso puede llegar a ser despectivo, insultante, dañino, gratuito, etc. Uno de los alegatos en contra de los nuevos tipos de familia, suele ser que, estas modalidades puedan poner en una situación de riesgo a los miembros de estos grupos. En mi opinión, independientemente del tipo de estructura familiar hay que tener en cuenta, las circunstancias en las que se desarrollan, ya que pueden tener más recursos que una familia tradicional en la que vivan en un umbral de pobreza o sufran de algún tipo de dependencia o cualquier otra situación de desventaja. Con ello quiero decir que diversidad familiar no es igual a desestructura y/o disfunción familiar.
Como reflexión comentar que desde mi punto de vista y haciendo referencia a Martínez Gónzalez (1996) y a Rodrigo y Palacios (1998) la familia no solo no va a desaparecer sino que cada vez cobra mayor vigencia y no solamente por todos las entidades u organismos dedicados a su estudio, desarrollo, evolución, etc., si no porque simplemente, la sociedad evoluciona y la familia con ella, se adapta y crece. Lo que hace unos años podía verse como una situación vergonzosa, rara, extraña, incomprensible…, hoy en día cada vez somos mas los que nos encontramos inmersos (si no por nosotros mismos por alguien querido) en esas circunstancias…, y al experimentarlas y conocerlas de cerca, pueden comprobar que lo importante no es la forma o estructura sino los valores, la cooperación, los esfuerzos, el dialogo y las normas, viendo que los nuevos tipos de familias también son capaces de formar a individuos responsables y competentes ante la sociedad y que problemas existen en todas las tipologías familiares porque estamos inmersos en macrosistemas ínterinfluyentes y nadie tiene la formula exacta para la perfección. Si bien es cierto que se debe divulgar el conocimiento para perder el miedo a lo desconocido o nuevo, y también es fundamental el desarrollo del amparo legal para estas nuevas formas familiares igual de válidas que las tradicionales y que también tienen derechos y a que se les reconozcan.
Para finalizar os dejo un vídeo bastante entretenido para enseñar y educar a los más pequeños a respetar y tolerar.
Cecilia Pereda.